viernes, 15 de julio de 2011

Relatos Enlazados (IX)


Lo vio venir. Intentó esquivarlo mientras, con un hábil movimiento de tronco, hombro, brazo y mano, todo a una, sumo su empuje al de su montura y golpeó con la lanza a su contrincante, derribándole. Pagó un alto precio, su escudo se movió lo suficiente como para que su enemigo encontrara el camino a su hombro izquierdo. Noto la lanza golpear, el hueso crujir, el hombro desencajarse y su mano soltar el escudo, también un caliente líquido recorrer su piel, goteando al suelo......pero aguantó sobre su caballo.
La gente vitoreó. Lentamente se quito el casco y, tomando una bocanada de aire freco, alzó la vista al soleado cielo y sonrió. De pronto todo se oscureció y no pudo ver ni oír nada.

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- Veeeelas a popa!!
El capitán sintió un escalofrío subirle por la espalda al oír el grito del vigía. Miro a su primer oficial. Cuánto se puede decir con una mirada cuando dos personas se entienden. Sin perder tiempo el primer oficial empezó a vociferar órdenes mientras el capitán dirigió su catalejo a popa.
Desgraciados, pensó al ver confirmadas sus sospechas.
No los perdieron tras la tormenta. Con el viento actual y la diferencia de velocidad de las naves, calculaba que los alcanzarían en tres horas. Demasiado poco para alcanzar aguas más favorables.
- Al carajo! - escupió las palabras al viento.
- Primero, vira todo a babor y pon la proa en su camino, vamos a saludar a nuestros amigos, mejor ahora que luego. - Prefiero elegir yo cuándo bailar con la muerte, pensó.
Como si los dioses lo hubieran oído, el viento cambió de golpe hinchando las velas. Una gran sombra se cernió sobre ambas naves y de repente la oscuridad.

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Aldrean levantó su vista del libro y observó la sala desde su rincón. Esa noche la taberna estaba bastante llena. Una chica había abierto la puerta verde y la había atravesado de la mano de un chico. Observó el libro lleno de historias que había estado ojeando para recordar todos esos mundos que tantas veces había visitado. Sonrió. Meditó sobre lo especial del lugar en el que estaba. "El Enano Saltarín" era su lugar preferido del universo. Le permitía, por su especial situación, entrar a vivir los libros que leía de una manera que seguramente nadie en la sala podía imaginar. Claro que no todo el mundo podía, pero él era un ser especial, sensible a las corrientes que confluían en la taberna.

Mientras meditaba si leer un rato más o salir por la puerta amarilla para hacer una visita a un viejo amigo vio como alguien lo observaba en silencio desde un rincón junto a la barra. Al cruzarse sus miradas, el desconocido se levantó y se acercó esquivando a Carloto, el dueño del local, que danzaba entre las mesas con jarras y platos de comida. El desconocido se sentó a su lado y sin mirarlo dijo:

- Menuda historia la del barco. -- Perplejo, Aldrean lo miro fijamente con cara de sorpresa.
- Cómo....sabe...? Ha estado conmigo mientras leía? -- El desconocido sonrió.
- Cada vez que se sienta en ese rincón, unos pocos podemos ver y sentir las historias que usted lee. No sabemos cómo ni por qué, pero nos hace viajar sin movernos de este tugurio. Para algunos es nuestra única forma de evadirnos. Hasta hoy no tenía claro qué o quién provocaba que viviéramos esta experiencia.

Aldrean apuró su cerveza, se levantó y se dirigió a la puerta amarilla meditando si debía volver o no a la taberna, al menos en este cuerpo. Al final, justo antes de atravesar la puerta, sonrió socarronamente y mirando al desconocido dijo "Nos vemos en la próxima historia".

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Muy lejos de la taberna en el espacio y en el tiempo, en otro plano de existencia, un extraño ser cerró el grueso libro y pensó, mañana sigo escribiendo. En letras plateadas sobre cubierta azabache se podía leer "El Enano Saltarín".

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Hasta aquí mi pequeña aportación a esta genial idea de enlazar historias. Ya estoy deseando ver cómo continua. Yo recogí el testigo de El blog dle Tirador solitario y se lo cedo a A-B-C. Muuuuucha suerte!